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Del Internet de las Cosas (“Internet of Things”, “IoT”) a la Inteligencia de Negocios o Inteligencia Empresarial (“Business Intelligence”, “BI”).

La tecnología sigue evolucionando y la mercadotecnia se encarga de poner en nuestras conversaciones conceptos y palabras que representan mega tendencias, pero que muchas veces nos resultan confusas, oscuras o triviales.

Por ejemplo, ahora todo es “inteligente” (del inglés “smart”), hablamos de teléfonos inteligentes (“smart phones”), semáforos inteligentes, televisiones inteligentes, relojes inteligentes, etc. etc.

Tal como si fuera una ensalada y el aderezo favorito fuera la palabra “inteligencia”. El cocinero en su afán artístico por deleitar a sus comensales comienza a mezclar los ingredientes pero se ve frustrado de contar solamente con un solo ingrediente para aderezar sus ensaladas: “inteligencia”.

Después de un tiempo sucede lo previsto frecuentemente con las modas, el hastío. Los clientes comienzan a aburrirse del mismo sabor, de más con lo mismo, de las ensaladas que en un tiempo fueron agradables a ensaladas sin chiste que no despiertan otro sabor que nos haga deleitar de una buena comida y sobre todo que nutra nuestro cuerpo.

Entonces, regresando a la tecnología: ¿Por qué estos dispositivos ahora son inteligentes?

¿Acaso el hecho de poder navegar por internet, escuchar música o realizar una llamada en un mismo dispositivo lo convierte en un dispositivo inteligente?

¿La televisión ahora es inteligente por permitirnos navegar por internet para ver una serie o película?

Al realizar estas preguntas en un tono inquisitivo, resulta obvio que el dispositivo o artefacto en sí mismo no es inteligente. Desde luego, se puede argumentar que el hecho de agregar valor mediante toda la electrónica necesaria (WiFi, 3G/GSM, GPS, etc.) y el software de conectividad, servicios del sistema operativo y la gran gama de aplicaciones para navegar, jugar o de localización, si requiere de un mayor nivel de tecnología, ingeniería más avanzada y por ende, requiere de mayor inteligencia.

Y es así que puede justificarse el uso de la palabra “inteligente” para todos los dispositivos y artefactos que cada vez más observamos en el mercado y que se conectan a internet.

No obstante, la conectividad es solamente una funcionalidad más agregada al artículo. Es un “feature” más del dispositivo y que hace posible un sin número de beneficios para el usuario que sin lugar a duda, obtiene un gran valor agregado. Por ejemplo, un sistema “inteligente” de seguridad para el hogar puede incorporar cámaras que permiten que el usuario fuera de casa, de vacaciones en un lugar lejano, pueda ver al interior de las habitaciones todo el tiempo desde su celular.

Por esta razón, los dispositivos o artefactos que pueden conectarse a internet constituyen en sí una mega tendencia tecnológica llamada el Internet de las Cosas (del inglés IoT, “Internet of Things”).